� me pareci� que me observaban directamente. Blancos, tanto que no fui capaz de imagin�rmelos bronceados, y de aspecto de ser m�s duros que las piedras preciosas que luc�an� el rostro de ella era m�s fino que el del hombre, y su nariz era un poco m�s larga. �l ten�a los ojos m�s grandes y los pliegues de la piel los defin�an con un m�s de precisi�n. El cabello de ambos, largo y negro, era muy similar. Lestat, sobre Los Que Deben Ser Guardados, LTV, p�g 700

� me pareci� que me observaban directamente. Blancos, tanto que no fui capaz de imagin�rmelos bronceados, y de aspecto de ser m�s duros que las piedras preciosas que luc�an� el rostro de ella era m�s fino que el del hombre, y su nariz era un poco m�s larga. �l ten�a los ojos m�s grandes y los pliegues de la piel los defin�an con un m�s de precisi�n. El cabello de ambos, largo y negro, era muy similar. Lestat, sobre Los Que Deben Ser Guardados, LTV, p�g 700